Wall, autor de «La Tercera»: “Hay muchísimos lectores con ganas de leer buenas crónicas”

El periodista escribió, junto a su colega Gastón Edul, el libro que cuenta la consagración de la Selección en Catar. Detalles de una obra esperada.

La final contra Francia, obviamente, pero también el camino al título, ya en Catar, con el golpe de Arabia Saudita, el entretiempo ante México, el choque frente a Países Bajos, el Topo Gigio de Messi, las mil y una del Dibu, y un montón más. Y la previa al pitazo inicial, con la conformación del cuerpo técnico, la llegada de Lionel Scaloni, el antecedente de Rusia 2018. Todo eso cuenta «La Tercera«, el reciente libro que Alejandro Wall y Gastón Edul publicaron en Grupo Planeta sobre la consagración de Argentina y de Leo.

“El libro está centrado en la final con Francia, pero va todo el tiempo hacia atrás, intentando contar la historia de esta Selección y el recorrido durante el Mundial. Lo que pasó hacia adentro de la Universidad de Qatar, y también lo que sucedió con aquella lista de convocados que fue modificada días antes de comenzar el Mundial. Los lesionados, los que no estaban y llegaron, como Ángel Correa, Thiago Almada. Y un montón de cuestiones de intimidad del equipo, cábalas, etc.”, le contó a La Saeta Wall, autor de otros cuatro libros deportivos: Academia, carajo (2011); El último Maradona (2014, en coautoría con Andrés Burgo); Corbatta, el wing (2016); y Ahora que somos felices (2019).

—¿A quién y cuándo se le ocurrió la idea del libro?
—Al que se le ocurrió fue a Rodolfo González Arzac (gerente editorial de Planeta). Me escribió el mismo domingo a la noche de Argentina-Francia. Antes de viajar a Catar, ya me había dicho: “Mirá que si pasa lo que queremos que pase, ahí puede haber algo”. Yo estaba muy agotado porque venía de 35 días de laburar de manera muy intensa, así que surgió la idea de sumar a Gastón, que enseguida le gustó el proyecto y ahí comenzamos a trabajar desde cero. Él había estado muy cerca del plantel, necesitábamos a alguien que pudiera aportar esa mirada, porque yo había hecho un Mundial más general, no había estado cerca de la Selección. Al principio, Ezequiel Fernández Moores, que escribe el prólogo, iba a estar en el proyecto, pero después por algunas cuestiones no pudo seguir. Así que, apenas volvimos de viaje, con Gastón nos pusimos a trabajar.

¿Qué diferencia hay entre este y el resto de los libros que escribiste?
—Todos los libros son distintos y este fue diferente porque con Gastón no nos conocíamos: nos habríamos cruzado en algún momento, conocíamos nuestro laburo, teníamos un respeto profesional, pero no teníamos un vínculo de amistad. Él mostró la clase de periodista que es, la precisión y seriedad con la que labura. Y, por otro lado, es muy distinto escribir sobre una Selección campeona del mundo. En la calle había cinco millones de personas: contar eso bien es una enorme responsabilidad.

—Se dice y se repite que nadie lee, pero vos en Catar estuviste escribiendo y un montón. Y ahora sacás un libro. ¿Se lee de deportes?
—Para empezar, escribir es de lo más difícil de nuestro oficio. A veces, yo tenía que escribir todos los días y eso era todo el tiempo una rueda en la que volvías a empezar. Creo que se lee en general, no solo de deportes. Al margen de otros laburos, yo hice para Tiempo Argentino el newsletter Correo Qatarí, y tenía una recepción muy linda, una devolución muy copada. Creo que hay muchísimos lectores y lectoras con ganas de leer buenas crónicas, y a veces salen bien y a veces, más o menos, pero en un Mundial todos los días hay revancha. Y con el libro también: al margen del condicionamiento del tiempo, porque había que hacerlo rápido, es algo que me gustó mucho hacer y espero que sea muy leído.

—Les ganaron de mano a la serie y la película. ¿Se dará la lógica de que el libro sea mejor que la peli y la serie?
—Espero que todo sea complementario, porque hay muchas ganas de seguir leyendo, mirando, viendo series, documentales, películas, etc. Supongo que, como en la Copa América, habrá trabajos documentales que van a tener los condimentos de cierta intimidad que da lo audiovisual. Y que en algunos casos nosotros contamos o intentamos documentar, pero, bueno, lo audiovisual pesa.

—¿Cómo es la relación de ustedes con Messi?
—Mi relación con Messi es la de verlo en la cancha nomás. No tengo un vínculo cercano. Gastón por supuesto sí, porque siguió mucho a la Selección. Y él mismo, en el prólogo, porque además del de Fernández Moores están el de él y el mío, que son textos más personales, cuenta lo del “andá p’allá, bobo”, que lo vivió al lado de Messi, con quien tenía un trato más cotidiano por ser un periodista que seguía a la Selección.

—¿Te condiciona escribir sobre él? ¿Está el temor de que suene el teléfono y sean él o alguien de su entorno y digan: “Che, tal cosa no fue así”?
—No me condiciona. Nunca me pasó y escribí mucho sobre él. Es alguien que me interesa mucho por la clase de futbolista que es y por todo lo que la peleó para llegar donde llegó. Creo que hay un punto emocionante porque, como dijo Román (Riquelme) hace poco, Messi juega a la pelota. Hay un punto de cierto amateurismo ahí, y hablo de amateurismo en relación al amor a la tarea, como diría Marcelo Bielsa: que no tiene que ver con ganar millones, sino con un vínculo emocional que él siente con el fútbol, con su manera de jugar al fútbol, con el modo en que incluso luchó y jugó para llegar a ser campeón del mundo. Por eso, no me siento condicionado: en todo caso, el único condicionante que tiene que ver con Messi es la admiración. A mí me llenó de emoción poder verlo en la cancha, sentir todo el tiempo que cuando Francia se pone 2 a 2 no se le podía escapar a él.

—¿Cuál fue el secreto de Scaloni, un DT sin experiencia?
—Una de las muchas cuestiones que hay que rescatar es que su cuerpo técnico es comandado por él, él toma las decisiones, es el entrenador principal, pero es alguien muy colectivo. O sea, los cambios los conversa todo el tiempo y eso se ve en los partidos, y eso lo contamos en el libro también. Se ve cómo consulta siempre con Aimar, el rol de Samuel para seguir jugadores, el rol de Ayala también, el de Matías Manna, que hace mucho más que ver y analizar videos: prepara y trabaja los partidos. Es muy interesante eso de Scaloni, que armó un cuerpo técnico en el que los miembros tienen voz dentro de la toma de decisiones.

—¿Fue esta la Selección campeona que más quisieron los argentinos?
—Me resulta difícil decir eso. Yo era muy chico en México 86 y no había nacido en Argentina 78. Me parece que hay cosas que son muy distintas porque Qatar 2022, como Messi mismo, no se explican sin México 86. Porque nos pasamos 36 años y, sobre todo aquellos que no habían vivido lo de México, una vida esperando poder vivir algo parecido a eso. Y todo eso generó una montaña de entusiasmo, de ansiedad, por ser campeones del mundo. También es muy impresionante que esta Selección llegó con unas expectativas altísimas a Qatar, con un equipo que contagiaba muchísimo. Había un vínculo emocional entre los hinchas y el equipo que era muy impactante y se termina dando finalmente. Termina siendo campeón este grupo de jugadores por los que había mucha adoración. No sé qué hubiera pasado si la Argentina no le ganaba a Francia. Yo estimo que los jugadores, el plantel y Messi, más allá de lo frustrante que hubiera sido, hubieran tenido el amor y el cariño popular. No tengo duda de eso.

—¿Cómo fue la convivencia, otra vez, con Fernández Moores y Daniel Arcucci?
—Ya habíamos convivido en Rusia 2018. Lo que más rescato, más allá del laburo, son las conversaciones, el poder compartir dudas, lo cotidiano, las cenas, las madrugadas charlando, reflexionando, hablando de fútbol, pensando en el equipo, ayudándonos a encontrar ideas. Para mí es un lujo porque son dos grandes personas, amigos, y además son profesionales del carajo. Ezequiel había vivido Argentina 78 y México 86, y Dania había estado en México y seguido a Diego desde aquella Navidad con él (en 1985) hasta sus últimos días. Entonces era un privilegio poder hablar con ellos, con lo difícil que a veces resulta pensar cómo contar una Argentina campeona del mundo.

—¿Eso fue el resultado de la autogestión?
—En mi caso, sí. Yo trabajo en un diario cooperativo como Tiempo Argentino, más allá de que también hago radio y fue un poco juntar laburos para tratar de financiarme y, obviamente, no poner plata de mi bolsillo. Acumulé muchos trabajos que me permitieron solventar una cobertura que es muy cara por el aéreo, el departamento, los viáticos. Entonces, sí, es autogestivo y es algo que hice en Brasil 2014, en Rusia y que pude hacer ahora.

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